Me toca quedarme en Venezuela

¿Cuántas veces hemos escuchado este lamento? Sí, lamento. A quienes se lo he escuchado lo mencionan como si fuese un castigo. Y lo más irónico, es que quienes se van dicen que dejan a su amado país de la misma manera.

No estoy aquí para juzgar las intenciones, causas ni consecuencias. Lo único que quiero es que mis lectores se tomen unos minutos para reflexionar sobre la actitud que ello implica. De una u otra manera, el irse o quedarse en el país no puede tomarse como un castigo. Se asume como una decisión, que tiene sus efectos en el futuro. Para quienes se van, tienen la gran oportunidad de conocer nuevas culturas, nuevos sabores gastronómicos, ver nuevos paisajes, conocer otro idioma, tal vez. Esa experiencia es infinitamente enriquecedora, tanto para el individuo que se va, como para el país que lo recibe. Algún día, estas personas regresarán, así como lo hicieron los europeos, y vendrán en una versión enriquecida y eso, en mi humilde opinión, nutrirá al país.

Por otro lado, quienes nos quedamos en Venezuela,  podemos encontrar un efecto positivo también. Hay una gran fuga de talentos, y si lo sabemos manejar, esta circunstancia nos llevará a generar nuevos talentos en el vacío que se nos está generando. Es posible que no sea una política de Estado, pero puede ser una iniciativa del sector privado.

Para eso, existen los emprendimientos sociales. Estas ONG’s que impulsan el crecimiento están dando sus frutos. Si los vemos individualmente, podrán ser granos de arena; sin embargo, cuando sumamos esfuerzos, los resultados pueden ser médanos completos. La ventaja de un emprendimiento social es que tiene consecuencias directas en el desarrollo de la sociedad.

Y si el emprendimiento es de negocio, igualmente tiene su beneficio relacional: al desarrollar nuevos productos o servicios, estamos manteniendo la plataforma económica que se está desmantelando desde las grandes empresas, y además, tenemos la posibilidad de formar y desarrollar gente capacitada que sea productiva en nuestro negocio y que deje su estela de profesionalismo en el resto de la sociedad.


No importa la decisión que hayas tomado, lo que importa es la actitud y las consecuencias que estás dispuesto a asumir ante tu decisión de vida. Y si te equivocas, tómalo como un aprendizaje de vida. Que nada que saque del camino de la felicidad.

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