5 puntos para lograr lo que quieres

Una de las dificultades que se le presenta a las personas radica en no saber cómo llevar a cabo sus sueños y metas, y posiblemente aquí esté la causa de los fracasos y pérdidas de tiempo, que a la larga llegan a alimentar sensaciones de frustración e impotencia en algunos individuos, y en otros, la sensación de resignación porque “así son las cosas” y “no se puede hacer nada”. Si bien es cierto que el ambiente externo puede alimenta el malestar mental, en cada persona existen las posibilidades de lograr el éxito.


  1. Objetivos claros. Lo primero que se requiere es tener claros los objetivos que se quieren lograr. Posiblemente, la palabra “objetivo” sea avasallante para algunas personas, es por eso que los podemos llamar los estados ideales como queremos estar. Estos estados ideales se describen con hechos y percepciones personales: “Quiero ser el jefe de mi departamento”, “quiero graduarme en la universidad”, por ejemplo. En este punto, tomarse unos minutos para visualizar y experimentar las sensaciones de bienestar que nos darán el lograr estos estados ideales, permitirá darle detalles que permitirán describirlos: “ganando 3 veces mi sueldo actual”, “siendo reconocido como un líder”, por una parte, o “con una mención honorífica”. Darle estos detalles a los estados ideales fortalece a la mente para especificar las metas, y así, enfocarlas en tiempo, espacio y recursos. Este primer punto se define como especificar los objetivos. Aprovechamos para revisar si son viables, porque algunas veces nuestros objetivos pueden estar fuera de nuestro alcance, como por ejemplo “hacer que a mi hijo le guste la carrera que yo quiero que estudie”. En este caso, el objetivo recae en otra persona. Por eso invito al lector a que revise cómo se afectará su entorno si llega a cumplir su sueño, tomando en cuenta lo que pasará con sus familiares y amigos cercanos y cómo se verán influenciados.
  2. Establecer indicadores. Para revisar más el objetivo planteado, revisar los indicadores que medirán el avance y el cumplimiento de las metas, de manera que se tenga una fuente objetiva de control. Usualmente se controla eficacia (si se está logrando), eficiencia (cómo se está logrando) y efectividad (el impacto deseado).
  3. Diagnosticar la situación actual. Con los objetivos y metas claros, hacer un examen de la situación actual permite diagnosticar el tamaño de la brecha entre lo que se quiere y lo que se tiene en el presente. Este análisis permite determinar el tamaño de la brecha, por ejemplo, no es lo mismo empezar a buscar una carrera para graduarse en la universidad que terminar los últimos semestres de la carrera ya iniciada. De esta manera, se puede establecer un plan de acción sobre la realidad. Es importante resaltar que en este punto, la honestidad personal es importantísima. Algunas veces, algunas personas se rehúsan a aceptar algunas situaciones negativas, tal vez por miedo o vergüenza al aceptar algunos hechos, y esta ceguera selectiva puede ser decisiva para la elaboración del plan de acción. Es conveniente resaltar que si se tienen dudas sobre abordar la realidad, se puede solicitar ayuda a terceros, solicitando su visión y contrastándola con la visión personal. Se requiere entonces, una actitud crítica al respecto.
  4. Establecer recursos. Hacer una lista de los eventos, personas, bienes tangibles y tangibles que se tengan a la mano,  permitirá hacer una programación más exacta de cuánto tiempo podrá llevarse el cumplimiento del objetivo, y ayudará a organizar su uso a la hora de disponer de ellos. Es importante contar con gente (pueden ser amigos, familiares, personas que conocen sobre un tema), eventos (las temporadas o estaciones que ayudarán a tomar los mejores tiempos, por ejemplo), los bienes, como maquinarias y equipos, bienes muebles o inmuebles, y aspectos intangibles como algunos servicios profesionales, algún conocimiento específico, la visión de un experto o un consejero. Con esta lista hecha es más fácil revisar los recursos que harán falta y que en la actualidad no están a la disposición, de manera que se pueda programar su obtención, como parte de la programación.
  5. Iniciar el plan de acción. Con toda la información recabada, es el momento de empezar a escribir el primer paso, detallando cuánto tiempo llevará y qué recursos utilizarás.  Seguidamente escribes el segundo paso, incluso revisando si es necesario llevarlo a cabo después que haya terminado el primero o pueden hacerse en simultáneo. Luego escribes el tercero, el cuarto, y habrás escrito tu plan de acción. Es importante también, en este punto, visualizar el desarrollo del objetivo como si ya estuvieras construyendo el camino que te llevará al éxito. ¡Cuán importante es tener la sensación de satisfacción y de éxito en todo el proceso!


Ahora dime, ¿cuándo empiezas?

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