La decisión es tuya
Tuve la oportunidad de compartir un rato
con Aquiles, un niño de 9 años, quien a su corta edad se “está comiendo al
mundo”. En las pocas horas de ese domingo, tuve la fortuna de ver cómo una
persona tiene el mundo en sus manos, y todas las posibilidades a sus pies. Sólo
basta con tomar la decisión que marcará nuestras vidas.
Aquiles, como cualquier otro niño, tiene
las oportunidades gracias a que sus padres se han ocupado de mostrarle opciones
para su plan de vida: la música, el deporte, la pintura; sólo será decisión de
él tomar la que mejor le parezca. Aproveché y le aconsejé: Para tener una vida
exitosa, hacen falta dos cosas: amar lo que hagas para ganarte la vida y
considerar a los demás y ser solidarios con quienes tengan menos fortuna que
nosotros. Afortunadamente, este vivaz infante me hizo saber que va por el
camino correcto, porque se ha planteado en su vida estas situaciones.
Si bien es cierto que Aquiles tiene unos
padres maravillosos que lo han expuesto a excelentes potenciales, para quienes
no son niños o quienes han crecido con situaciones adversas, hay una buena
noticia: La felicidad está en el
interior de cada quien y cada momento es oportuno para hacer los cambios que se
desean en la vida. Lo puedo decir con conocimiento de causa, por tanto, es
decisión personal quedarse en la zona conocida de la incomodidad o iniciar el
viaje de la transformación. Todos tenemos recursos que nos permitirán hacer los
cambios que necesitan en nuestras vidas, tales como talentos, experiencias,
familiares, amigos, algún bien por más modesto que parezca. Para hacer buen uso
de estos recursos en nuestra jornada, los ingredientes claves para juntarlos
adecuadamente se llaman actitud y visión.
La actitud, por un lado, está atada a las
emociones que queremos aprender y desaprender y va a decir si al vaso lo vemos
medio lleno o medio vacío. Ciertamente, actitudes negativas, como la certeza a
lo que no podemos o el apego a lo conocido pueden paralizarnos y alejarnos de
la verdadera felicidad. La lejanía de lo que es un estado de felicidad nos
puede hacer pensar en viejas frases que nos atan a lo conocido y que, por más
negativo que sea, nos dé la sensación de que es lo mejor, como algunos
refranes: “loro viejo no aprende a hablar”, “con los hombres, aunque mal
paguen”, “la vida es así”. La incertidumbre puede paralizar por años a
cualquier individuo, con tal de no sentir ese temor a lo desconocido. Sin
embargo, las actitudes se pueden trabajar a través de frases positivas,
re-encuadres de situaciones para ver el lado positivo e interesante, el
análisis interior de lo que realmente nos hace ver la vida de la manera en que
la vemos. Para estos casos, la Programación Neurolingüística y el Coaching son herramientas efectivas para
el cambio.
Por otro lado, visualizar lo que será de
nuestras vidas es un ejercicio que potencia la mente para llevarnos a la
situación deseada, porque activa energías y da forma de lo que queremos, con
todos nuestros sentidos. Visualizar, utilizando todos los sentidos para recrear
el momento, ayuda a cambiar las emociones y actitudes, a la vez de que las
enfila hacia lo que queremos y nos abre la mente para crear estrategias que nos
permitan el éxito. Las personas que no se visualizan en un corto, mediano y
largo plazo, pueden perder la
oportunidad del cambio presente, retardando la obtención de lo que quieren. Sin
la visualización, un individuo puede pasar un día sin hacer nada, y dos… Y
estos días sin hacer nada se convierten en semanas, y meses, ¡hasta años!
No importa lo que haya en tu pasado, o
quien estuvo; el pasado nos sirve para aprender de las experiencias. Los
fracasos nos pueden golpear, pero dejan grandes aprendizajes. Si tienes la
disposición de hacer cambios en tu vida, grandes o pequeños, te invito a que
preguntes: ¿Qué quiero cambiar en mi vida? ¿Cómo quiero que sea? ¿Cómo lo puedo
hacer, con lo que tengo en este momento? Estas preguntas son poderosísimas para
iniciar un nuevo capítulo en tu vida. Sólo recuerda que tu presente es
consecuencia de tu pasado y tu futuro será consecuencia de tu presente.
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