La felicidad es cuestión de elección

 






En mi pasado, jamás se me hubiese ocurrido decirle a alguien que la felicidad está en la elección que hagas y que es una decisión personal. Mis paradigmas pasados me impedían aceptar esta creencia, y aquí estoy, diciéndote que tienes la elección de ser feliz.

La sociedad occidental nos ha enseñado que los seres humanos nacen, crecen, se reproducen y mueren. Esta premisa me la enseñó  la escuela y todavía la escucho. También he oído que los adultos trabajamos para consumir, llegar a casa y ver TV por largas horas y cada día se repite la misma rutina. En ninguna de esas premisas está la variable alegría, o diversión o felicidad. Desde la Biblia se nos enseña que “con el sudor de tu rostro comerás el pan” y las adictivas redes sociales incitan al trabajo de 26 horas diarias para que seas millonario (24 horas más dos horas extras). Es más, el éxito ha sido medido por la cantidad de dinero que produces y no por el logro de tus deseos personales, mucho menos por tu felicidad.

¿Cuántas enseñanzas como estas nos han inculcado a lo largo de los años? ¿Cuántas veces has dejado de bailar, cantar o saltar por simple gusto, porque temes que la gente piense que perdiste la cordura? Y qué te cuento cuando tomas la decisión de escoger tu profesión haciendo lo que se ha hecho en tu familia por generaciones… En fin, hemos sido condicionados para luchar, para trabajar en pos del dinero, dejando a un lado la pasión, el disfrute de lo que hacemos y la satisfacción del servicio.

He cuestionado mis creencias y me he hartado de vivir en la angustia y en la frustración; me estoy enseñando que yo soy más que un cuerpo, que este es un reflejo de mi propia mente y es un centro de aprendizaje de mis emociones, decisiones y acciones. Si la Nueva Era nos enseña que somos felices por naturaleza, ¿qué hago entonces que no lo soy? Y la respuesta es que solo miro lo exterior. Si miro mi interior, tomo consciencia de lo que percibo con mis limitados sentidos, y cuando las cosas no salen como quiero, me pregunto el para qué de la experiencia, y la respuesta llega… ¡Ese yo interior sí sabe! Hay que prestarle atención y confiar en él, sin perder la perspectiva de que vivimos en un sistema: todos estamos conectados.

Para quienes creen que es una tarea titánica, les menciono varias herramientas que he usado para cambiar a lo interno y escoger la felicidad:

  1. Conversa con tu yo interior. Ese parloteo que no para te dice en qué enfocas tu mente: si pasas mucho tiempo criticando, deseando lo que no tienes o lamentándote de tu suerte, si te motiva a buscar soluciones o a seguir en modo víctima. Sé que algunas circunstancias golpean duro, pero esos eventos pueden traer una oportunidad de cambio. El asunto es ver cada evento, circunstancia o emoción con diferente perspectiva.
  2. Revisa tus diálogos internos. El vocabulario, el tono, los gestos que tienes cuando hablas contigo pueden indicarte tu nivel de autoestima y la forma como tú te das amor, que parece, en algunos casos, una práctica narcisista, pero no es estar según los cánones sociales en tu imagen exterior, sino cuán dado eres en hablarte con cariño, mimarte, hacerte sentir bien. Cuando usas las palabras “tengo que”, “debo”, “mis obligaciones”, “la vida es así”, estás mostrando patrones de conducta que te alejan de lo que realmente quieres.
  3. Medita y practica mindfulness. Tomarte al menos media hora a aquietar tu mente con la meditación, ya sea guiada o no, te fortalece la conexión con tu yo interior, al igual que el mindfulness, que con unos minutos de práctica, puedes tomar consciencia del aquí y el ahora, disminuyendo el parloteo mental y concentrándote en lo que percibes, las emociones que estas percepciones te hacen sentir y preguntándote qué es lo que puedes cambiar para que cada experiencia sea de bienestar. Y cuando no está en tu control, preguntarte qué puedes aprender de esa experiencia.
  4. Minimiza tus horas en la TV y en las redes. Toda comunicación masiva tiene su sesgo y por ende un halo de persuasión para tomar una posición. Desapégate a esa adicción de la televisión y las redes, cuestiona lo que te presentan y busca más imaginar tu vida deseada que  absorber lo que estos medios masivos te presentan. ¿Que hay un conflicto al otro lado del mundo? Algún karma, tal vez la forma de ver el mundo de ellos u otra circunstancia que no conocemos hace que esos hechos se desenvuelvan. Seguro hay un aprendizaje. Y si puedes ayudar en algo, ¡hazlo! Si no, pide a Dios por la solución, pero no te dejes arrollar por dichos eventos. Si estás fuera de esas circunstancias, es por algo, y más bien saca provecho del servicio que puedes prestar en tu aquí y en tu ahora.
  5. Date el permiso de revisar tus creencias. Sí, cualquier momento es bueno para revisar nuestra mochila de creencias, algunas que fueron maravillosas en su momento, ahora seguramente no tienen sentido, como por ejemplo, nunca salgan solos  o no hablen con extraños; si alguien te dijo alguna vez que no eras bueno en una actividad determinada, prueba ahora, seguro esa persona habló desde su juicio y no de tu propia realidad. Alguien me dijo que era mala fotógrafa y ahora me piden que ayude con las fotos.

¿Qué tal tu disposición a ser feliz? Todo dependerá de la decisión que tomes y de las creencias de las que quieras desapegarte. Tus comentarios son bienvenidos al final de este artículo.

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