Esa tarea que no me gusta (y si es finanzas, peor)



En la clase de emprendimiento de hoy, los participantes comentaban que es tediosa, horrible y nada simpática la tarea de sacar los números del emprendimiento: establecer costos, definir ingresos y plantearse inversiones. Me he dado cuenta de que esta tarea es de disgusto no importa en qué programa de formación esté el emprendedor y creo saber el porqué.

En uno de los programas que he impartido, se hablaba de que los emprendedores tienen miedo a las finanzas. Yo puedo decir por la observación de más  de 500 emprendedores, que es por desconocimiento, porque no encuentran el paso inicial para su elaboración y por dar por sentado de que es una actividad inconsciente. He aquí mis recomendaciones:

  1. Revisar la actitud. Ese primer paso radica en el cambio de actitud ante el reto, cualquiera que sea. Cuando enfrentamos una situación y lo hacemos de mala cara, el trabajo, cualquiera que sea, se hace más pesado, más tedioso y más eterno. Me recuerda a una amiga en Brighton que detestaba caminar por las calles perpendiculares de la Kingsway Avenue, decía que eran eternas, y nos pusimos de acuerdo varias veces para llegar a casa por esas calles y, al venir hablando, no se daba cuenta del tiempo ni de lo tedioso. Cuando me tocaba ir por mi cuenta, en vez de traer los comentarios de mi amiga me ponía a ver los detalles de las fachadas de las casas e imaginarme cómo sería la arquitectura y decoración, lo que me distraía para dejar de pensar que eran larguísimas esas vías.
  2. Recordar cuándo se ha logrado un reto similar. Asociar una tarea ingrata con algún aspecto de nuestra cotidianidad nos asegura que podemos lidiar con ella. En el caso de las finanzas, les sugiero que se olviden por un momento de sus emprendimientos y revisen sobre las compras que se hacen en sus hogares o cuando planean un viaje a la playa: en el primer caso, si al abrir la nevera está vacía, se hace una lista muy general: lácteos, frutas, vegetales y proteínas. Esto nos lleva a darnos cuenta de las “cuentas de activos” requeridos; como segundo paso, detallar qué lácteos, qué frutas y demás. Es lo que se llama sub-categorías de producto, como son las fresas, los mangos, los nísperos… Y así se hace con cada categoría. En el caso del viaje a la playa, una lista gruesa: bebidas, comidas, transporte, para luego ir con más detalle. A partir de ahí falta saber cuánto es el requerimiento, así que podemos basarnos en las experiencias y si nunca hemos hecho las compras de la casa, preguntar a quien sabe o comprar lo mínimo y experimentar cuánto dura la provisión. Igual pasa con el viaje a la playa, se basa en lo que un individuo consume en un día. Y así, paso a paso, se incorpora la nueva información: el costo. ¿No sabes? Te toca ir a la calle a preguntar y comparar precios. Todo esto aplica en cualquier estimación de costos de cualquier emprendimiento.
  3. Trazar la ruta: Plantea pasos pequeños que puedas cumplir, de manera que sientas la satisfacción en la medida en que sales adelante con tu reto. Por ejemplo, en un día haces la lista de los activos, si está en tus manos la detallas, y al día siguiente averiguas precios, ya sea revisando en internet, visitando proveedores o preguntando a quienes han pasado por esa experiencia. Al final del día, te darás cuenta de que no era ni tan tedioso, ni tan difícil.

Al igual que yo, Stephen Lundin, Harry Paul y John Christensen recomiendan en su libro Fish! Cambiar la actitud; además señalan como importante jugar y disfrutar la actividad, crear buenas memorias y estar presente. Este libro menciona cuán divertido puede ser vender pescado fresco y cómo se puede extrapolar esa experiencia en otras tareas o circunstancias de la vida.

¿Cuál es tu tarea que tanto detestas? ¿Qué puedes hacer para hacerla atractiva? Tus comentarios son bienvenidos al final de este artículo.

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