El mundo de las creencias
Cuando nací
de manera prematura, alguien le dijo a mi madre que los prematuros eran seres
especiales, y que yo llegaría lejos, refiriéndose a que sería una gran persona.
Eso hizo que ella me exigiera incluso, un poco más que a mis hermanos, pese a
algunas dificultades físicas, como mi miopía. Y aquí estoy en el camino de
dejar una huella de crecimiento en la gente que me lee. Una amiga de mi madre, al enterarse que su
hija tenía una fuerte miopía, se centró en que su niña estaba casi ciega y la
trató como una persona especial, con el énfasis en que si no lograba nada en la
vida sería por si limitación y así sería la vida. En mi mapa de creencias, no
entendía por qué a un miope se le llama ciego, y me he basado en mi propia
experiencia.
Estas dos
historias dan cuenta de cómo la forma de pensamiento y el sistema de creencias
puede diseñar el mundo en que vivimos. Napoleón Hill señala la historia de su
hijo con sordera, y mientras la madre lo frenaba en pro de su seguridad, él lo
alentaba y le inculcaba las posibilidades que tenía, incluso, con su
discapacidad. Al llegar a la adultez, le sacó provecho a su sordera. Y como
estas creencias, hay muchas: “nacimos pobres”, “vivimos gracias a la ayuda del
Estado”, “no puedo hacer eso (coloque aquí cualquier cosa)”. Todas esas
creencias hacen nuestra forma de ver la vida, y dictan, por consiguiente, las
decisiones y acciones que tomamos en el quehacer de nuestros días. Así dejamos
pasar oportunidades, renunciar a nuestros sueños, entregarle a terceros el
control de nuestras vidas.
Lo que no
nos han enseñado ni en el hogar ni en la escuela es que somos seres con mucha
inteligencia y creatividad, capaces de hacer lo que nos propongamos. Solo hace
falta que quienes se encargan de la crianza de los niños tomen en cuenta que
alimentar y vestir no son actos suficientes para educar exitosamente a los
niños, para que desarrollen todas sus competencias. De ahí que cuando sean
adultos tengan la tarea de descubrir su verdadero potencial con el
derrumbamiento de sus sistemas de creencias y pensamientos que les limitan la
acción. Ojalá que esa tarea sea temprana, de manera que sus descendientes
puedan construir paradigmas más alentadores y motivadores. Pero la tarea,
entonces, será en cambiar ese constructo mental de las viejas generaciones.
Me llama la
atención cómo las nuevas aplicaciones tecnológicas hacen cambiar a la gente en
algunos hábitos, pero el cambio de creencias tiene una resistencia mayor.
Seguramente, es por su ubicación: en el inconsciente, por lo que no nos damos
cuenta de nuestro sistema de pensamiento, ni nuestro vocabulario, ni las
actitudes que tomamos ante cualquier evento o circunstancia de la vida. Todo
esto delata la manera en que pensamos. En PNL, la técnica del análisis del
pensamiento, donde un pequeño acto se desglosa de manera que se puedan ver los
momentos visuales, auditivos y kinestésicos, ayudan mucho para sacar a la
consciencia lo que hacemos en automático. Por otro lado, tomarse unos minutos
para prestar atención a lo que pensamos, hacemos y decimos en ese pequeño
lapso, resulta un ejercicio para aprender a prestar la atención consciente,
aunque reconozco que es fácil caer en las garras de la automatización del
pensamiento. La atención requerida es grande y por ende, la voluntad de hacer
esa introspección debe ser fuerte. Estos ejercicios me han llevado varios años,
en pequeñas dosis de varios minutos, y todavía me falta mucho por descubrir.
La buena
noticia es que al cambiar los paradigmas, los cambios empiezan a florecer. No es un
cambio brusco, como si fuese un acto de magia, pero la sensación de bienestar y
empoderamiento va creciendo como una mata: al principio, pensarás que no tiene
sentido, hasta que ves los primeros brotes, que serán pequeños, pero te
alegrará ver las posibilidades que se empiezan a mostrar. Es como si hubiesen
cambiado al escritor de la película (y es así). Y al pasar el tiempo y mirar
hacia atrás, te das cuenta de lo que has evolucionado. Pero no caigas en la
trampa de la autocrítica.
¿Te animas
a revisar cuáles son tus paradigmas limitantes? Tus comentarios son bienvenidos
al final de este artículo.
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