El arte de conocerse a sí mismo
Hoy
conversaba con un amigo sobre sus logros en los últimos días y me comentaba con
asombro y encanto lo bien que quedó la defensa de su tesis al hablar de manera
concisa, de su poder de persuasión y lo puntual para no irse por las ramas. Así
mismo, hizo mención de su habilidad de trabajo en equipo y de organización para
lograr la exposición con los recursos disponibles. Luego me comenta: “Yo no
sabía que era bueno para eso, que tenía esas habilidades”… ¿Cuántas veces nos
ha pasado que nos asombramos de nuestras propias capacidades?
Solemos ser
bastante críticos con nuestro yo, y más aún si venimos de entornos donde el
reconocimiento individual no ha sido la prioridad, por estar en una familia
numerosa, por la creencia de que todo el mundo debe ser bueno, o por el simple
hecho de no estar en el sistema de creencias familiar. Eso nos lleva, entonces,
a empezar a revisar esas cualidades que tenemos y que han pasado desapercibidas
a lo largo del tiempo, y revisar también que creencias nos han opacado a lo
largo de los años, tal vez por cosas que nos dijeron cuando niños, algún evento
que no supimos manejar en su momento y creemos que siempre será así.
Ya en el
artículo anterior hablaba de ese grado de conocimiento que tenemos y que, en la
medida en que mejoramos nuestra auto-percepción, maduramos y ayudamos a la
evolución humana. Descubrirse es una aventura que puede ser gratificante cuando
decidimos encontrar esos tesoros que hay en nuestra mente, espíritu y corazón.
El
autodescubrimiento nos permite empoderarnos, aumentar nuestra valía emocional
que nos da fuerzas para enfrentar los retos del quehacer diario. De la misma
manera, nos permite encontrar conexiones entre nuestras virtudes, sueños y ese
propósito que nuestro corazón nos dice que tenemos en esta existencia. Así,
podemos sacar el mejor provecho de nuestros dones, de nuestras capacidades y de
ponerlos al servicio de los demás mediante un servicio que nos motive y nos
sirva para darle un sentido a la vida, a la vez que entrega valor a nuestros
congéneres.
También nos
permite darnos cuenta de lo que nos detiene, nos ralentiza nuestro ir por la
vida, ya sea por los aprendizajes de malas experiencias, las enseñanzas de
nuestros padres, maestros y relacionados que nos llenaron de temor, que nos
descalificaron o que nos juzgaron como adultos en nuestra niñez. Estas
conductas inconscientes de los demás tienen efectos profundos y duraderos en
cada uno de nosotros. De allí la importancia de revisar qué es lo que tenemos
en nuestra biblioteca de creencias para deshacernos de ellas si no nos ayuda en
nuestro caminar en este mundo. Cabe resaltar que las creencias pueden ser
cambiadas, dado que serán ciertas o falsas en la medida en que nosotros le
demos ese poder. Y si encontramos evidencias de que estas creencias que nos
limitan están erradas, con más razón empecemos a revisar y cambiar. Al hacer el
primer ejercicio de observar esos talentos ocultos, nos daremos fuerzas para
seguir encontrando nuevos tesoros y ver estas herramientas que nos permitirán
desmontar los paradigmas que no nos llevan a ninguna parte.
Si queremos
inspirar, motivar y movilizar a la gente de nuestro entorno, conoceros nos
facilitará esa tarea. El liderazgo comienza con el autoconocimiento.
Te felicito Alecia por tu excelente articulo. Sigue escribiendo que los artículos que hasta ahora he leído son bien enriquecedores
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