Cuando los ángeles se van
Ayer me enteré del fallecimiento de una amiga, con quien compartí agradables momentos, ideas y proyectos mientras nos certificábamos como locutoras. Además de la tristeza por el aprecio que le tenía, Nelly era de esas personas que considero son ángeles en la tierra: maestra de vocación, con proyectos en marcha para mejorar la educación de los niños y hacer mejor la tarea a los padres, y además de la educación, les brindaba alimentos para asegurar su buen crecimiento. Entonces uno se pregunta el porqué de estas partidas.
He
trabajado mucho este tema de manera personal, dadas las circunstancias del
fallecimiento de mi hermano. He llegado a la conclusión de que cada quien tiene
su ciclo y su fecha de término en este mundo, no importa lo que seas, lo que
tengas, lo que hayas logrado. Para mí, hay un aprendizaje o una tarea de la
cual no tenemos consciencia, pero espiritualmente está desarrollándose y marca
algunas de nuestras trayectorias, nuestros deseos y nuestra fecha final. En el
libro «Ilusiones», Richard Bach plantea que nuestra fecha de caducidad en este
plano se da cuando hemos terminado lo que vinimos a hacer, y esa tarea puede
ser la que hagamos cuando tengamos cualquier cantidad de años. El paradigma de
que los niños tienen una vida por delante y son los ancianos que deben darle
paso a la juventud, a mi modo de ver, está caduco. Hoy, los nuevos adultos
contemporáneos están en sus sesentas y hasta sus setentas; y esta pandemia, nos
ha enseñado, como otras enfermedades tan trágicas y dolorosas, que la edad no hace inmune a la gente.
Lo que
quiero rescatar de mi amiga Nelly es que en todo momento, vivió una vida con
propósito. Desde que se dedicó a la docencia, hasta la manera de criar a sus hijos, ella tuvo en cuenta que se vive
y se trabaja para el servicio de los demás, que no importa los recursos
económicos o intangibles que tengas, siempre puedes hacer algo bueno para el
beneficio de una mayoría, con lo que Dios te ha dado. Y con el corazón lleno de
amor, puedes hacer cambios en el mundo y dejar una huella memorable. Si todos
pensáramos de esta manera, el mundo sería mejor.
Pero el
egoísmo está prevaleciendo en nuestra sociedad, y lo vemos cuando nos
encontramos con hechos de corrupción, negocios ilícitos, y la actitud de “los
demás no me importan, solo los míos”. Para quienes actúan de esta manera,
lamento decirles que los suyos están recibiendo una educación a través del
modelaje, que seguramente los dejará en un estado de angustia inconsciente, zozobra,
desasosiego e intranquilidad. ¡Nada como tener una conciencia limpia y la
certeza de que lo que haces beneficia a los demás! Ese es el beneficio de una vida con propósito, como nos lo mostró Nelly.
En este
corto tiempo, mi querida Nelly, dejaste un gran legado: le enseñaste a los niños
no solo las materias básicas que se aprenden en una escuela, les diste, además,
con tu ejemplo y dedicación, que la vida puede ser maravillosa, que siempre hay
una mano amiga, que Dios nos envía ángeles para que cuiden de nosotros y que
vienen en forma de personas simpáticas y de buena vibra. Nos mostraste,
también, el camino que podemos seguir para tener una vida con propósito, que
nos llene de satisfacción, que nuestra mente puede lograr lo que nos
propongamos y que el camino a la realización personal puede ser corto, pero
intenso. Estoy segura de que cuando te pregunten en las puertas del cielo lo
que dejaste en este mundo, podrás responder, orgullosa, de todos tus logros.
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