Yo quiero un socio como Daniel y ya quiero a Erasmo

 


Cada vez que hablo con clientes y alumnos sobre la conveniencia de un socio capitalista, me encuentro con que todo socio que quiere aportar dinero tiene la intención de poner el dinero, irse a disfrutar de la vida y pasar a recoger los dividendos de su inversión. La posición es casi unánime entre estos socios: “tú te ocupas del negocio y me entregas el dividendo”. ¿Y si sale mal la cosa? “No debí confiar en ti” como fin de una amistad que pudo haber sido de años.

En una sola ocasión uno de mis amigos y cliente me dijo que contaba con un socio que lo ayudaba sin interferir en el negocio, dándole carta blanca para decidir, y que se reunían periódicamente para comentar el avance del negocio y para que el socio capitalista presentara sus puntos de vista y así acordaran diferentes estrategias y acciones. Este socio capitalista, Daniel, como ha tenido experiencia en emprendimientos exitosos y fracasados también, sabe la realidad de convertir una idea en un negocio, conoce de riesgos y de decisiones y el poder que significa ser el dueño de la idea. Ese socio ha ayudado a mi amigo en lo económico, estratégico y táctico, amén de ser un consejero para que el negocio funcione adecuadamente. Si bien no está detrás de mi amigo emprendedor, sabe cuándo y cómo intervenir, respetando ideas, decisiones  y gobernanza. ¡Todos quisiéramos un socio como Daniel! ¿Cómo lo conseguimos? Veamos:

  1. Cambiar el paradigma de que el socio capitalista pone el dinero y se va. Tanto el emprendedor como el capitalista requieren el conocimiento del negocio y de la industria, de manera que se puedan entender los vaivenes del entorno, las probabilidades de éxito de las decisiones tomadas, se pueda prever el control de daños en caso de que las cosas no funcionen como se pensaron, de manera que el capitalista pueda apoyar al emprendedor y no hacerlo sentir mal por las situaciones que no salen bien. Al ser socio, deberá tener claro su rol y aportes, y recordar que no es una inversión financiera solamente.
  2. Respetar la gobernanza. Para que el arranque de un emprendimiento tenga éxito, nada mejor que dejar que el socio de la idea la desarrolle según su constructo mental. Intuitivamente, sabe cómo funciona el negocio y posiblemente sepa mucho sobre la producción de su bien o servicio. Entonces, en otras áreas puede recibir orientación que sería interesante si el socio capitalista tiene experiencia en esos temas.
  3. Conversar con opciones en mano. Desde el inicio de la negociación se pone en el tapete lo que cada parte espera, alcance y limitaciones de la sociedad. Si el nuevo socio solo quiere poner el dinero y pasar a buscar los dividendos, es preferible que busque una inversión que genere menos riesgo, como la compra de títulos o acciones de operaciones abiertas, donde los entes financieros le asesorarán sobre los manejos de esas actividades bursátiles. Por otro lado, si el emprendedor requiere recursos físicos, como local o maquinaria, tiene la opción de un contrato de alquiler, ya sea para el local o para los implementos o maquinarias. En cada caso, cada parte puede obtener el beneficio sin que se generen mayores roces.
  4. Dejar claro y por escrito las expectativas y compromisos de las partes. Conseguir un buen socio que te deje trabajar, te ayude económicamente y te acompañe en esos momentos difíciles es como buscar pareja: no se toma la decisión a la primera de cambio, así que una ronda de negociaciones transparentes y respetuosas pueden  trabajarse por un buen rato. Cada una de las partes puede hacer una lista de pros y contras si se lleva a cabo la sociedad. Si para ambas partes resulta atractivo, a preparar un acuerdo firmado entre las partes y recordar que es un acto consensuado.
  5. Conocer al socio como a la palma de tu mano. Para que no haya sorpresas, nada mejor que conocer a fondo al futuro socio, de manera que se pueda entender su forma de pensamiento y ver si encaja con lo que se está buscando. A mi amigo le resultó fácil este acuerdo porque conoce a Daniel desde que estudiaban en la universidad, y así pudo entender su vida profesional, aspiraciones, principios y valores, forma de actuar en sociedad y en la vida privada y familiar, puntos importantes que van más allá de lo que puede ser una relación comercial.

Aunque no conozco personalmente a Daniel, me encanta que sea parte de mi vida y si requiero un socio capitalista, me gustaría que fuese como él. Debo resaltar que le doy gracias a Dios por mi socio Erasmo, con quien sé que hacemos una buena dupla. A lo mejor llamamos a Daniel para que aporte algo de dinero…

¿Te has planteado buscar un socio capitalista? Puedes revisar lo que has hecho hasta ahora. Tus comentarios son bienvenidos al final de este artículo.

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Comentarios

  1. Excelente como siempre querida Ale tus píldoras de sabiduría empresarial. ¿Puede haber un socio cuyo capital sea el intelectual? Es decir, alguien cuyo aporte sea el de acompañar y aconsejar y cuyo dividendo sea proporcional a las ganancias que deje su buen consejo. Un abrazo.

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