Yo no olvido al Año Viejo lleno de resiliencia
Hace mucho tiempo que no escribo, y este 2020 me ha inspirado. No había escrito por los mismos paradigmas que han tenido ustedes, queridos lectores: no tengo tiempo, aquello es más importante, lo haré luego… ¿Les parecen familiares estas frases? El 2020 ha sido un año totalmente atípico, y no puedo decir que me afectó en forma particular, o como venezolana porque la crisis nos arropó. Quienes salieron de esta noble tierra han tenido unos retos bastante fuertes. Y si eres de otro país, el 2020 ha sido un año de restricciones por la pandemia. Estoy segura de que cada individuo, en este mundo, tuvo su aprendizaje único, y yo les hablaré de lo que me ha dejado el Año Viejo como aprendizajes.
Como
asesora gerencial lo primero que he visto es que los modelos de negocio ya
están caducos: los espacios para trabajar ya no funcionan como antes, es el
primer paradigma que se vino abajo. Ahora se produce con el apoyo de la
tecnología y la productividad se mide no por el número de horas en el espacio
de trabajo, sin por el impacto de sus esfuerzos en las comunidades donde sirve.
Adicionalmente, las empresas requieren mayor atención a la entrega de valor que
hace a su público. En Venezuela, a no ser que sea un monopolio como algunas
actividades en manos del Estado, cualquier empresa que piense en ser rentable a
costa de precios altos y el aumento de la rentabilidad esperada, sin agregar
elementos que sean valorados por los clientes, será arropada por la competencia. Y cabe mencionar que en
este país, el 96 % de la población ahora tiene menos recursos económicos, por
lo que es más cuidadosa en cómo y en qué gasta su dinero, y las empresas mismas
como segmentos de clientes, han disminuido sus ingresos, por tanto han visto afectadas
su liquidez y rentabilidad. De estos elementos, el aprendizaje es que las
empresas deben cuidar a los clientes, pensar como ellos y asegurarse de que las
marcas hablen con sus segmentos en términos de solidaridad, cuidado y respeto a
sus valores. Trasladar todos los costos y cuellos de botella a los segmentos
hará que aumenten las probabilidades de fracaso.
Como
miembro de una familia, he observado que los patrones de aprendizaje de los
hijos ahora recaen más en el modelaje del núcleo familiar, dado que la
interacción con el entorno ha disminuido. Los adultos mayores ya no pueden
verse como un miembro más de la familia, sino como seres que requieren atención
especial: mayor cuidado de la salud, atención como parte importante de la familia
y el espacio para que nos brinden su sabiduría y experticia. Vivir con la
familia 24/7 ha hecho que aparezcan problemas sin resolver, descubrimientos
individuales que afectan al núcleo y empezar a ver el impacto de las acciones
en el entorno familiar como un todo. De estos elementos, el aprendizaje es que
como familia necesitamos abrir el círculo, más allá del núcleo básico, trabajar
en sinergia es mucho mejor que cada quien empuje por su cuenta, conversar y entender las posiciones de los demás. Este 2020 me ha
enseñado que la familia es más grande de lo que se había visto y que las crisis
se manejan mejor con el apoyo de todos.
Y en lo
personal, puedo decir que los paradigmas citadinos han cambiado: la
planificación ya no es tan precisa como antes, lo físico, lo mental y lo
espiritual están verdaderamente conectados, aunque no entendamos cómo, conectarnos con la naturaleza, con eventos simples, con momentos de poco valor económico, pero de gran valor espiritual, la meditación y el ejercicio, además de recibir el sol de la mañana son recursos indispensables para la verdadera vida. La buena
noticia es que están saliendo a la luz trabajos científicos y de nueva era que
nos ayudan a entender estas conexiones. En este 2020 cambiaron mis prioridades:
ya no muero de remordimiento si no logro cumplir una serie de metas diarias, me
he dado cuenta de que aceptar la desorientación, el no saber qué hacer o cómo
hacerlo, no me hace mala persona, ni floja; me recuerda que soy un ser humano
que no todos sus momentos están en la cúspide. He aprendido a ver mis errores
como parte del camino y entender que los demás también pueden equivocarse, y no
pasa nada. Los peores escenarios, cuando está la buena fe, consisten en empezar
de nuevo o cambiar el rumbo, y muy importante para la paz interior, es darse
cuenta de cómo puedes servir a otros, y puede ser desde brindar una sonrisa
hasta dedicarle tiempo, esfuerzo y recursos para atender a una persona, al
menos. De estos elementos, abrazar la incertidumbre es fundamental, creer en
esa fuerza superior que llamamos Dios es importante para sentir que alguien más
fuerte que nosotros nos apoya en nuestros peores momentos y que la vida tiene; no le hagan caso a todo el que invita a vivir
solo en la alegría, porque entonces no conocerás a tus demonios y no sabrás
cómo lidiar con ellos. Esa tarea es parte de la vida, así como también vivir
con propósito de servicio.
Gracias, gracias gracias. Tus reflexiones las hago mias también. Son muy humanas y muy sentidas.
ResponderEliminarAgradezco el conocerte y el ser tu amigo.
Felicidades por siempre.
Un fuerte abrazo.
Seguir adelante con Dios aconpañándonos y apoyándonos.
El próximo año será mejor. Esta decretado.
Gracias por esta reflexion, muy acertada
ResponderEliminarHermosa reflexión, muy profunda, me veo en ella.
ResponderEliminarEl 2020 ha sido la oportunidad de poner nuestras cosas en orden, quedarnos con aquello que verdaderamente nos hace feliz, tanto por fuera como por dentro. ♥️ Éxitos Alecia 🤗🎅🏻🤶🏻🎄🦌
Excelente y acertado artículo hermanita. Estoy muy orgullosa de ti❤😊💕😘🤩
ResponderEliminarYo también estoy orgullosa de ti...
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