Creencias y sistemas



Una vez un excelente profesor de Economía, nos comentaba en clase (a la sazón estaba en auge el escándalo Clinton-Lewinsky) que no entendía el porqué el Presidente Clinton había sido tan cuestionado por un error personal cuando sus políticas de Estado habían sido excelentes. En aquel momento, mi admiración por este reconocido profesor silenció mi actitud crítica, y ahora, años después, veo la conexión de todo este caso.

Si bien es cierto que se han cuestionado las estrategias del candidato Trump para vencer a su oponente, Hillary Clinton, posiblemente parte de la derrota de la candidata tenga que ver también con lo que ocurrió con su esposo. Uno de los argumentos utilizados para destruir la reputación de los Clinton era su oportunidad para engañar, ¿y cómo no se iba a cuestionar esta habilidad, cuando ya se han demostrado las pruebas? La posición de ella en aquel momento indicaba que sabía y no le importaba; de allí se puede cuestionar: ¿qué más es capaz de aceptar por el poder?

Parte de la estrategia por la cual se acusa a Cambridge Analytica se basaba en terminar de afirmar las creencias que estaban dudosas en los votantes estadounidenses, mostrando propaganda que evidenciaba lo inescrupulosa que era la candidata a lo largo de su vida política. La mente racional puede tomar dos caminos conscientes: creer o  no creer y poder desechar creencias inútiles, pero no siempre es el caso. La mente afianza o desecha creencias de manera inconsciente en la medida en que recibe información que le refuerza o no algún paradigma, y de allí es que nos encontramos con personas sumamente bellas que se creen los seres más horribles del planeta: porque estuvieron expuestos a un reforzamiento negativo de su estima. Es así como se construyen los sistemas de creencias personales, y los poderes que tienen acceso a los medios de comunicación suelen utilizar esta estrategia (puedo estar hablando de un partido político, un Estado o un orden religioso, y por qué no, los padres, maestros y otros influenciadores que no reconocemos como tal).

Experiencias, evidencias que nos muestran, la exposición a las redes y los medios de comunicación, la cultura del  entorno circundante, construyen nuestras creencias; de ahí que seamos muy parecidos a nuestros familiares más cercanos y a nuestros vecinos y amigos más cercanos. Compartimos una serie de comportamientos y creencias que van más allá de lo que nos inculcaron en nuestras familias y es así como moldeamos el sistema de creencias. Sacamos algunas e incluimos otras nuevas, que puede ser de manera consciente, y es un trabajo que requiere atención y práctica, o se moldea sin darnos cuenta.

Cada cambio de creencias, aunque lleve tiempo, tiene impacto en el resto de nuestras vidas. Es por ello que sí cuestiono la ligereza con que se parcializó esa actuación personal del Presidente. Es lo que estamos viviendo en Venezuela: ¿puedo cometer un error y nadie me cuestiona? Entonces puedo cometer otro un poco más grande… ¡Hasta que sea inmanejable el cuestionamiento y la corrección! Los paradigmas y los principios morales no trabajan con interruptores que se encienden dependiendo de la dimensión que se esté viviendo en un momento determinado, de lo contrario, se crean paradojas: ser un buen jefe y un mal padre o ser un gran defensor de los derechos humanos y utilizar el poder para obtener gracias sexuales. En la práctica, el sistema de creencias de cada individuo deja una huella en su actuación, no importa qué situación esté manejando: familiar, amorosa, profesional, estudiantil, religiosa. Puede que no destaque la creencia, pero sí influye, aunque sea de manera imperceptible.

Somos quienes moldeamos el sistema de creencias de los demás y así construimos el propio; así que revisemos en qué creemos, qué estamos dispuestos a cambiar y veamos cómo estamos influyendo en los demás. Luego de este ejercicio, seguro empezaremos a tomar mejores decisiones.

Gracias a ABC News por la foto.

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