El cambio de paradigmas a la hora de gestionar negocios

Hoy tuve la oportunidad de conversar con uno de mis alumnos, a quien admiro por su visión fresca de hacer negocios. De su visión original de hacer franelas con mensajes críticos, está dando un giro a su  negocio para que la adquisición del producto vaya más allá del tipo de tela y el diseño de la ilustración que la adorne. En otras palabras, está trabajando a la par de los cambios que vive la sociedad, haciendo frente a la situación que está viviendo actualmente, con miras hacia lo que será el futuro. No tiene una bola de cristal, pero tiene muy buen olfato para analizar todo lo que está ocurriendo a su alrededor para tomar decisiones que minimicen los impactos de estos cambios.

Esa es la característica de un gerente: administrar el cambio, amoldarlo en función de la evolución social, tecnológica, conductual y ambiental. Estos cambios, hasta ahora, habían sido lentos e imperceptibles; ahora, con el uso de la tecnología en todos los ámbitos de la vida, hasta la forma de las conexiones neurológicas ha cambiado. Si hemos cambiado como personas ¿qué hace que las organizaciones se queden atadas a las viejas costumbres y los viejos paradigmas?

Me llama la atención que todavía hoy, muchas empresas siguen realizando procesos de “reclutamiento y selección”. Hace mucho tiempo le he indicado a mis clientes que pueden pensar más bien en el endomarketing, o el mercadeo interno, de manera que puedan atraer y fidelizar a los colaboradores. Seguir con procesos y procedimientos del siglo XX hace que las probabilidades de éxito sean cada vez menores. ¿Qué tal si hacemos un proceso de formación, para evaluar competencias blandas mientras desarrollamos competencias duras? Estrategias de esta naturaleza, por ejemplo, fortalecen el nexo con la organización que patrocina la formación.

Las estructuras organizacionales siguen estableciéndose por funciones, más que por procesos. Analizar los resultados finales cuando el proceso está en muchas manos, donde cada responsable mantiene su actividad como una tacita de plata, pero que no cuidan los enlaces entre cada una de ellas, no permite ver el resultado como un todo, lo que es fuente de errores, que no solo pueden costar económicamente, sino también pueden alejar a los clientes. La definición de roles específicos puede hacer perder la oportunidad de desarrollar algunas competencias en el equipo, y se les quita la oportunidad de ver las situaciones desde otra perspectiva.

El abordaje de cada crisis se sigue viendo como un hecho aislado, y muchas veces se pierde la oportunidad de ver las correlaciones, lo que deja a las organizaciones sin la posibilidad de prever los próximos eventos y tomar acciones al respecto. En Venezuela, una verdadera escuela sobre el abordaje de crisis, todavía hay empresas que manejan una a la vez, y luego se preguntan qué pasó que no vieron venir la marea.  Empezar a trabajar con monitores multidisciplinarios que puedan prever escenarios y que sean oídos por la alta gerencia, podría ser de utilidad a la hora de plantear estrategias.

Confiar más en la experiencia y prestar menos atención a la intuición, pareciera ser un comportamiento de la vieja escuela. Sin embargo, en los nuevos tiempos, el conocimiento de la conciencia superior y el yo interno pueden proveer perspectivas que pueden resultar más efectivas que la misma experiencia. Casi puedo afirmar que la experiencia es la responsable de minimizar las corazonadas, las visiones, las firmes creencias de que se puede obtener un resultado –ese sentimiento que mueve a los emprendedores– y que hace que se persevere hasta conseguir lo que se desea. La experiencia, que si es bien analizada y separada de los miedos a los fracasos, junto con ese conocimiento interior que no sabemos explicar, pueden dar resultados inesperados y favorables. Desafortunadamente, el miedo al fracaso frena la prueba y validación de estrategias, y que nunca dirán qué resultado podrían arrojar.

Son pocas las empresas que toman riesgos abiertos y salen de su zona de confort. Esas son las empresas que me inspiran, las que se atreven a plantearse mediciones y controles de fracasos con tal de no perder oportunidades de éxito. Ojalá todas las empresas tengan gerentes como mis alumnos.

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