Sobre el crecimiento espiritual y la evolución social


Hace poco escribí en las redes la necesidad de las empresas de empezar a hacer las cosas de manera diferente, y justo por mi transitar personal, empecé a notar que tanto las personas, las organizaciones y los grupos sociales se ven en este mundo como si fueran entes separados y que las acciones personales no tienen relevancia entre ellos. También por el quehacer social de Venezuela, país donde resido, he notado que buena parte de la gente se preocupa por los temas económicos más que por los temas de convivencia social. Si bien es cierto que hay organizaciones que están tratando el tema y ayudando a grupos sensibles, como los niños, brindándoles medicinas  y alimentación, siento que queda un vacío enorme que no estamos trabajando.
De una u otra manera, me ha llegado información sobre los efectos del desamor, esas prácticas de falta de amor que he visto en muchos hogares por conductas modeladas de los ancestros, por cultura histórica y por las circunstancias que atraviesa el país. Una de las secuelas importantes que dejan las relaciones familiares rotas, la visión cerrada de algunas madres y padres que se enfoca solamente en la provisión de alimentos y techo, la práctica del abandono paternal es que, primeramente, esta sociedad está generando seres humanos de poca autoestima y desapegados con sus congéneres, a la vez que le cierra oportunidades de pensar en el servicio hacia los demás y por ende, para crear e innovar en función de una mejora social.
Si seguimos trabajando con los mismos paradigmas actuales, posiblemente tengamos una generación de relevo que, como las semillas escogidas con la peor calidad, detengan el desarrollo natural del país no solo desde el punto de vista económico, sino hasta su crecimiento espiritual.
¿Por qué es tan importante el crecimiento espiritual?  Nos relaciona con el bienestar del prójimo,y como lo señala Deepak Chopra, puede limitarnos el éxito. De ahí que tanto las personas como las organizaciones e instituciones que hacen vida en una sociedad estamos para hacer cambios más allá de lo económico y que tengan impactos de largo plazo. Mis recomendaciones al respecto son:
1.       Reforcemos la idea de este Ser Superior que está por encima de nuestras fuerzas humanas. Este punto es una invitación a que creamos en que hay un Dios que nos protege. En la medida en que tengamos la fe (no importa la religión) de que si no podemos, este Ser Supremo nos ayuda, nos fortalece en la  consecución de nuestros objetivos.
2.       Seamos más amorosos y menos convencionales. En las organizaciones, es una falta de respeto la confianza excesiva a la hora de tratar a un cliente. ¿Y si lo que necesita es un abrazo?  Los tratos fríos e impersonales que nos enseñan en el trabajo, terminamos trasladándolo a las esferas familiares y personales. ¡Qué bueno sería que se dieran abrazos, meditaciones y ratos de desahogo en las organizaciones! Recordaríamos que estos seres vivos están formados de gente, que sufre y tiene alegrías.
3.       Busquemos el desarrollo personal tanto o más que el desarrollo profesional. Las organizaciones tradicionales se han orientado más al desarrollo profesional  que al desarrollo familiar o personal de sus trabajadores. Y si buscamos que nuestros trabajadores sean más felices y plenos, ¿serán más productivos? Seguro que sí, ya hay varios estudios que apuntan a la satisfacción personal, yo incluiría el desarrollo familiar, dado que la familia es un punto de vital importancia para los trabajadores. Cerrar la brecha entre escoger una vida familiar, de plenitud o de trabajo. Me encantan las empresas que están trabajando en ello.
4.       Eduquemos a los niños para que amen. Si revisamos el currículo de cualquier escuela, las materias que se enseñan están relacionadas con la adquisición de conocimiento, pero no a manejar las emociones. Sólo unas cuantas escuelas en Europa están experimentando con la meditación como estrategia de control personal. Enseñar a amar al prójimo y a la naturaleza debería ser una enseñanza de corte transversal, al igual que el desarrollo de la creatividad y la formación de padres.
5.       Participemos en actividades que desarrollen las comunidades. Podemos empezar a trabajar desde nuestras familias, llevando a cabo apoyos para el crecimiento de nuestros relacionados más lejanos. Estoy segura de que en la mayoría de las familias venezolanas, en especial con la diáspora de los jóvenes, muchas personas han perdido la estructura matriarcal en la cual se ha forjado la familia venezolana, ocasionando quiebres emocionales. Incluso, podemos extender este apoyo a vecinos y amigos lejanos, hasta llegar a apoyar a gente desconocida. Enseñemos a nuestros hijos la generosidad con el ejemplo.

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