Ya no me molesta lo malo

Tuve la oportunidad de tomar algunas fotos de mi ciudad, y una persona me preguntó por qué retrataba lo peor de la ciudad y por qué tomaba las fotos extrañamente, casi desde el suelo. Comenté que lo hago por dos cosas: la primera, tengo la oportunidad de tener perspectivas diferentes (por eso las tomo lo más cerca del suelo) y que quiero ver la reacción de la gente ante lo que ellas muestran. Inmediatamente, me describió su malestar ante la miseria que se evidenciaba en esas fotos.

¿Es que acaso me he vuelto macabra, que quiero hacer que la gente se entristezca por tales tomas? Más que un acto macabro, es un acto de reflexión. En gerencia, se menciona la fábula de las dos ranas que caen en sendas pailas de agua. La primera rana cae un una paila de agua en ebullición, lo que la hace reaccionar inmediatamente, saliéndose y recuperándose. La otra, que cae en una paila de agua que se calienta muy lentamente, no logra detectar el cambio de temperatura, y antes de que empiece la ebullición, ya es tarde para que la rana reaccione, lo que ocasiona su muerte. La moraleja: los cambios lentos pasan imperceptibles al punto de inhabilitarnos para las acciones reactivas, y mucho menos las acciones preventivas, dado que se pierde la capacidad de percepción del cambio.

Estas fotos que muestran una ciudad triste las he mostrado para que el observador haga conciencia de dónde estamos y cómo llegamos a este estado, de manera que se inicien los cambios. No voy a hacer énfasis en las estrategias de cambio, sino en los elementos que provocan los cambios.

Me he encontrado varios autores como Interaction Design Foundation, que mencionan que la solución de los problemas se inicia con la identificación del problema; pero ¿cómo identificar el problema?

1. Hacer consciente lo inconsciente: Para iniciar un cambio, es necesario describir lo que está pasando, la situación actual. Nuestro cerebro deja de percibir información recurrente y similar, para enfocarse en situaciones nuevas, anómalas, por temas de ahorro y uso eficiente de su energía. Si prestáramos atención a toda la información recabada en el mismo nivel de atención, nuestros niveles de tensión corporal serían muy altos y podrían colapsar las funciones más importantes de nuestros sentidos y toma de decisiones. De acuerdo con la Neurociencia, la información similar a la conocida pasa desapercibida. De aquí, la importancia del cambio de perspectiva y el resaltado, de manera que pueda conocerse su existencia.
2. El contraste como método de indagación: Me acuerdo que en mi primer ejercicio de relajación, el facilitador me solicitaba que soltara mis brazos, por ejemplo, y me indicaba que no lograba cumplir la instrucción, pese a mi mejor esfuerzo, hasta que me indicó lo contrario: “Tensa los brazos tanto como puedas, y mantenlos unos minutos, tanto como puedas”. Al principio, pensé que iba por el camino contrario, pero al indicarme que soltara la tensión y me relajara, logré el objetivo. Esta historia me dice que una referencia opuesta hace ver las situaciones y los hechos gracias al contraste. En la vida he aprendido que situaciones, hechos, emociones, sentimientos e intereses pueden pasar desapercibidos hasta que logramos ver el contraste.
3. Pensar como una persona diferente: En algunas situaciones, las perspectivas personales impiden encontrar respuestas. Muy bien el pasaje bíblico menciona que puedes ver la paja en el ojo del otro, pero no puedes ver la viga que tienes en el tuyo. Imaginarse la situación vista por otra persona, en incluso en otro tiempo y en otro espacio, es un ejercicio de Programación Neurolingüística que permite abrir las perspectivas individuales. Esta herramienta, además de ayudarnos a ampliar la visión de cualquier situación, permite además entender posiciones de terceros.

Luego de analizar estas técnicas para trazar un nuevo camino, me doy cuenta de que no todo lo malo es así, y que si le doy la vuelta, cambio la perspectiva y lo contrasto con lo que quiero, entonces no es tan malo como creía, y así aprendo a trabajar en lo positivo.