El cambio: ese inseparable compañero
Es parte
del quehacer social escuchar a personas que hablan sobre sus angustias cuando
saben que vienen cambios; son innumerables quienes tienen este proceder.
Pareciera la norma y una condición natural del ser humano esta inevitable
práctica, para afrontar el hecho de que se deja una situación que da paso a
otra. En todo caso, el miedo va adquiriendo espacios en la mente de quien
percibe esta posición de desarraigo para encontrar lo desconocido, y se podría
decir que es por el temor a salir de una zona de confort (o de hábito) y
enfrentar una situación desconocida. Lo peor de esto, es que “la única
constante en la vida, es el cambio”.
Todo ser
humano vive con el cambio desde que nace. A lo largo de la vida, el cuerpo va
cambiando, la mente se hace receptiva a nuevos paradigmas y por ende, se
adquieren nuevos hábitos, los amigos van creciendo y cambiando, algunos se
alejan mientras otros llegan a reacondicionar el círculo social; el trato
familiar cambia, dado que antes si se era un niño pequeño existían unas
prerrogativas que se pierden en el crecimiento, y la adultez es sinónimo de ser
una persona responsable de sus actos. A lo largo de la jornada humana se recibe
información, cambian las percepciones y se generan nuevos comportamientos que dan vuelta, lentamente, al sistema de pensamientos,
emociones, sentimientos, acciones, creencias y valores, para ajustarla a las
imperceptibles diferencias que pasan en la cotidianidad. Hay evidencias de que,
aunque vivimos situaciones de cambio, no hemos sido conscientes de ellas.
Llama la
atención que en la medida en que pasa el tiempo, la costumbre gana terreno en la
psiquis de individuo, y mientras más
adulta y experimentada sea la persona, mayor es la aversión al cambio. Como si
la experiencia no ayudara, y como si la trayectoria de la vida fuese un
mecanismo de destrucción de oportunidades. Pensándolo bien, la lógica dice que
el deber ser es totalmente lo opuesto. ¿Qué pasa entonces? De acuerdo con la
Neurociencia, nuestro cerebro establece conexiones que ayudan a resolver las
situaciones ya conocidas y la consolidación de los paradigmas existentes se
solidifica. Dichosos los niños entonces, que tienen pocas vivencias y tienen
sus cerebros y emociones frescos y flexibles, dispuestos a convertirse en
esponjas.
Pero,
¿podemos volver a la infancia? No. Hasta ahora no hemos manejado el tiempo para
hacer estos viajes al pasado. Sin embargo, desde la adultez podemos tomar
consciencia de las vivencias que experimentamos para hacer frente a cualquier
situación que se presente. Ahora bien, en las organizaciones, bien sean
emprendimientos, pequeñas o grandes empresas, el temor al cambio afecta al
grupo de la misma manera en que se afecta un individuo, llevándolas a tomar
decisiones radicales y reactivas, como el cierre o la desincorporación de buena
parte de los puestos de trabajo, como medidas reactivas ante el cambio.
Las
siguientes recomendaciones para manejar los cambios son fáciles de realizar,
aunque ameritan una gran dosis de disposición de aceptación. Eduardo Punset
menciona que, pese a la historia de la humanidad, hay razones suficientes para
ser optimistas ante el futuro.[i]
Si bien es cierto que aborda el optimismo desde una óptica global, menciona
algunas consideraciones, como la relación con la manada, el cuidado psicológico
y la profundización en el conocimiento de las cosas.
Ya sea un
individuo común, un emprendedor o un gerente, las recomendaciones para afrontar
los cambios se resumen en los siguientes puntos:
- Tómese su tiempo para meditar. En este pequeño espacio, respire suave y profundo, y escuche a su voz interior. Tanto Punset (ob.cit.) como Covey[ii] mencionan que el poder de la voz interior es inmenso. Justamente, este último señala que la voz es una dimensión superior para inspirar a los demás, y que representa la relevancia personal de cada individuo. En otras palabras, confíe en usted mismo.
- Construya un repositorio de información de su entorno. Si quiere tomar decisiones acertadas, necesita establecer el punto en el cual está abordando el cambio: prepare un FODA de su situación actual y plantéese estrategias que minimicen las debilidades y amenazas que encuentre. Adicionalmente, analice comportamientos de elementos (tomadores de decisiones, ya sean organizaciones o personas) claves de su situación, y prevea comportamientos que se permitan plantearse estrategias.
- Escuche la opinión de personas no involucradas con el cambio. Tener una perspectiva externa ayuda a visualizar la situación fuera de la óptica del temor. Esta visión suele ser más objetiva, dado que no está contaminada con los sentimientos de afectación. Una excelente ayuda es un Coach, que le orientará a descubrir su potencial y diferentes maneras de afrontar los cambios.
- Plantee escenarios y opciones. Visualizar diferentes caminos puede ofrecerle la oportunidad de encontrar vías donde, incluso, pueda maniobrar con mayor libertar, sentirse más cómodamente, inspirar más efectivamente. Usualmente, el apego a la zona de confort no es por el bienestar, sino por la cotidianidad. Abordar opciones puede llegar a reconectarlo con algunos sueños no cumplidos que había dejado en el camino.
- Trace su plan de acción con una actitud positiva. Establecer el primer paso a dar, y el segundo, son avances significativos, que se potencian con una actitud positiva. Mientras el plan de acción le dará luces para saber qué tiene que hacer, en qué orden, con qué recursos y en qué tiempo, la actitud positiva le dará la energía y elevará su espiritualidad para salir adelante ante cualquier adversidad. Este es el punto en que la racionalidad y la emocionalidad van de la mano armoniosamente. Esté pendiente de estos dos lados de la ecuación.
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