Se venden cristales para ver la vida de otra manera
En mis cortos años de vida he estado rodeada de gente con visión pesimista, y de paso, mi actitud crítica me enseñó que mi entorno y circunstancias no eran lo deseado, incluso, desde pequeña siempre tuve la sensación de que todo podía ser mejor: desde la familia, la comida, los paisajes, el trato de la gente… En fin, algo diferente era lo que deseaba. El universo hizo lo suyo y acomodó el país para el cambio a una mano dura que todos clamaban y a mí me mostro algo diferente, que me hizo replantearme mi forma de pensar. Si bien es cierto que hace 30 o 40 años yo quería una vida de primer mundo que no la tuvimos a pesar de la bonanza económica, los infortunios del país me han enseñado que sí, había cierta belleza en muchas de las cosas del pasado, que aunque quisiéramos, no serán iguales si quisiéramos reconstruir el pasado. En cada reconstrucción y en cada pasado hay un aprendizaje que indubitablemente nos obliga a hacer las cosas diferentes, aunque busquemos el parecido con lo co