Cuando las señales te indican que debes cambiar
Vivir en Venezuela no ha sido una tarea fácil en los últimos años, y se ha hecho más doloroso
en el último mes: dos apagones masivos que dejaron a toda la población sin electricidad
y, por consiguiente sin agua, sin telefonía móvil o local, sin internet, sin
transporte, sin gasolina, sin puntos de venta… En fin, 20 días de total
parálisis en tan solo un mes.
Las pérdidas económicas son de varios miles de millones de
dólares, las pérdidas de vidas humanas también son altas, y ni contar de la
pérdida de la estabilidad emocional. Quienes están en el extranjero nunca
imaginarán el trauma ni entenderán los nuevos comportamientos adquiridos tras
esta experiencia, a menos que hayan vivido en una guerra. Me he dado cuenta de
que, inconscientemente, hemos cambiado nuestros comportamientos, como respuesta
momentánea a una situación y posiblemente estemos adquiriendo hábitos y
comportamientos extraños y diferentes para ser usados en el largo plazo, aunque
sin tomar conciencia de ello. Lo sabremos cuando veamos a personas que tienen
tiempo sin vernos, que no hayan pasado por estas vivencias, y puedan observar
nuestros nuevos comportamientos.
En medio de esta tragedia, me he escuchado a mí misma decir “Si
volviéramos a la normalidad, donde teníamos todos los servicios”, y luego escuchar
a mis familiares y amigos que han estado pasando las mismas calamidades implorar
porque volvamos a ser como antes, para volver a ser que se solíamos ser y
hacer. Este ha sido un clamor único, y hoy, en la conversación del desayuno,
hacíamos cuenta de cómo habíamos perdido oportunidades de hacer cosas porque no
tuvimos la información de lo que sería el presente, y de cómo se fueron
deteriorando las oportunidades para hacer lo que todo ser humano aspira, que
ahora se hacen cuesta arriba. Si bien no podemos cambiar el pasado, tenernos siempre
la oportunidad de cambiar el futuro desde el presente, tomando en cuenta lo que
hemos aprendido y lo que nos señala el entorno y las circunstancias. Así que,
al tomar conciencia, en vez de añorar un pasado que nunca volverá (y que no fue
tan bueno porque no vimos en su momento las señales de cambio, que ahora tienen
consecuencias desfavorables), veo que es hora de utilizar toda esa información
y empezar a trabajar con lo que hay.
Primeramente, démonos cuenta de lo que es nuestra realidad:
tanto lo bueno como lo malo, lo que nos afecta positivamente y negativamente, y
lo que estamos dispuestos a cambiar y lo que no. Antes de me digan que hay
cosas que no se pueden cambiar, advierto que, la mayoría de las veces hay
oportunidades de cambio con acciones y estrategias que invitan a hacer lo inusual
y a “pensar fuera de la caja”. Algo que he notado es que hemos adoptado una
cultura donde no hay asunción de responsabilidades y solemos dejar nuestro locus de control en terceros, como si fuésemos
títeres de alguien más que rige nuestra vida. Caber recordar que somos seres
humanos, dotados de una inteligencia que nos ha llevado por siglos a resolver
problemas y a evolucionar, empezando desde el descubrimiento de cómo hacer
fuero y el invento de la rueda. Es hora de plantear nuevas estrategias, hacer
nuevas alianzas, empezar a generar sinergia en nuestros grupos, ya sean de
familia, trabajo o amigos.
Te invito a que construyas el mapa de tu situación actual,
tu punto deseado y tu ruta hacia donde quieres llegar, y como he dicho
anteriormente, revisar con qué recursos contamos (físicos, económicos,
financieros, intelectuales) y cómo podemos ordenarlo en el mapa, para establecerle
su uso en tiempo y lugar, e incluso, su obtención. Nada peor que dejarnos
llevar por los acontecimientos como si fuésemos un pañuelo. Tengo ya un tiempo
comentando lo que significa para mí el desplome el sistema eléctrico: una oportunidad
de renovación con energía limpia, por ejemplo. ¿Sería posible una asociación
civil que nos ayude en un cambio de esta naturaleza, por ejemplo? Si ese es un
proyecto que se escapa de nuestras manos, ¿qué podemos hacer en nuestra escala,
con nuestros conocidos y comunidad? ¿Qué tal formar o apoyar a alguna ONG que
trabaje en pro de un cambio mayor? ¿Quién dice que está fuera de nuestro
control? ¿Y qué está en nuestro control? Algunas veces no nos ponemos de acuerdo
en la junta de condominio, tal vez porque no buscamos los puntos de
conveniencia, son porque pensamos en nuestra conveniencia individual. ¿Será
hora de ver las cosas de otra manera? Dejemos de vernos como individuos y
empecemos a vernos como equipos.
Otra reflexión que me viene a la mente al respecto, es lo importante de dejar de pensar en los
patrones conocidos. Volver al pasado es imposible. Primeramente, en él hubo
condiciones, causas, que desembocaron en las consecuencias que hacen nuestro
presente. Trabajar en volver a construir lo que nos dejó este desastre no
mejorará nuestras vidas. Por otro lado, reconstruir sin tomar en consideración
las nuevas circunstancias, indica nuestra incapacidad de hacer mejoras, innovar
y mucho menos, desestimaría la base en la que estamos actualmente, lo cual es
diferente a lo que había en el pasado.
¿Qué tal, entonces, si tomamos lo que tenemos ahora, y
desechamos los viejos patrones, los viejos paradigmas, y construimos un mejor
país, un mejor futuro, una mejor vida? Así vemos si hemos aprendido la lección
de aprender de los errores y le damos cabida a una nueva pincelada a nuestro
futuro, totalmente fresca y mejorada. Empecemos por hacer una revisión de
nuestras creencias, actitudes y acciones, para ver qué sirve en estos momentos
y qué no, para lograr los cambios que queremos.
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