Cómo aplica la historia del Hijo pródigo a Venezuela


Al recordar la parábola de la Biblia, en la que se narra la historia de un hijo que dejó a su padre y su casa, para recorrer un camino y darse cuenta de que no era el indicado, para retomar el camino a casa sin importar tan ingrata aventura, me hace recordar el camino que los venezolanos hemos transitado en los últimos 20 años o más.

Como nación, fuimos bendecidos con abundancia de recursos y, sobre todo, con una idiosincrasia alegre y generosa. Fuimos el paraíso para los europeos en los años 50, el país más desarrollado y rico en América Latina, con un sistema policial de clase mundial y un sistema educativo de vanguardia. ¿Qué pasó entonces? Dejamos que se nos encantara con promesas de tierras prometidas, mares de felicidad y en especial, la pérdida de una responsabilidad que creímos no merecer. Ante la embriaguez de tanto bienestar, dejamos que otros decidieran porque jamás imaginamos que nos iría mal.

¿Cómo podemos enderezar el camino y volver a nuestro hogar, esa tierra de gracia que ahora se ha convertido en un recuerdo?  Ciertamente, hay cosas que se nos escapan de las manos; hay decisiones políticas, militares, macroeconómicas, que no podemos controlar. Sin embargo, podemos hacer cambios que, aunque parezcan del tamaño de un grano de arena, al juntarlos todos, los propios y los de los demás, podemos construir una playa. He aquí mis recomendaciones:

  1. Tómese un momento para evaluar su vida. El mindfulness y la meditación, o un ejercicio de respiración consciente, pueden abrirnos las puertas para evaluar lo que somos, lo que tenemos como ser humano y lo que hemos transitado en la vida. ¿Se parece a la vida que  he deseado?  ¿Quiero algo diferente? ¿Qué puedo hacer diferente? ¿Qué tan grande es la brecha entre el bienestar que quiero y donde estoy ahora?  Estas meditaciones nos ponen en perspectiva respecto a nuestro propósito de vida. He notado últimamente que, a no ser que sea una persona emprendedora, el 95 % de la gente común acepta su situación actual (sin importar lo que estén viviendo) sin esperanza de tomar control sobre su vida, y percibo que se debe a que hemos olvidado, como sociedad, darnos cuenta de nuestro significado personal como ser humano.
  2. Busque una conexión espiritual. Las personas que creen en Dios tienen ventaja sobre los no creyentes, porque incluso, desde la Programación Neurolingüística, permite un nivel neurológico que está sobre las capacidades  ordinarias del ser humano. Creer que cuando fallamos como humanos podemos contar con una fuerza superior para resolver nuestros problemas, nos pone en sintonía con la esperanza y elimina esa sensación de derrota e imposibilidad.
  3. Haga un análisis de su situación con herramientas de gerencia. Analizar las situaciones de la vida buscando los 6 sombreros para pensar de Edward de Bono, que invita a ver cada situación según el color de un sombrero que nos podemos colocar, real o imaginariamente. Blanco, para ver los hechos, rojo, para ver las emociones que sobresalen en la situación; negro, para analizar juicios negativos que impulsarán acciones concretas; amarillo, para ver la situación con un juicio positivo; verde, para plantear alternativas y nuevos pensamientos, en general, y azul, para controlar el proceso y moderarlo, para asegurar los resultados. Otro análisis interesante es el FODA, que permite ubicar fortalezas y debilidades (desde el punto de vista interno, ya sea personal o familiar) así como oportunidades y amenazas (desde el punto de vista externo). Estas o cualquier otra herramienta nos ayudará a ver la situación con una visión más amplia.
  4. Piense en positivo. Justamente en esta semana he leído y visto información sobre el poder del pensamiento y la energía vibracional que ello significa. Una persona con pensamientos negativos (que se ven mucho en las redes) generan un ambiente pesado, que invita a la desesperanza. Sin embargo, pensamientos positivos nos ayudan a activar nuevas formas de ver la situación y nos lleva a un estado positivo, donde se pueden encontrar acciones concretas.
  5. Actúe. La gracia de estos análisis y cambios de perspectivas, con pensamientos positivos, tendrán resultados cuando se llevan a acciones concretas. No espere cambiar el mundo, pero desde su espacio, puede marcar la diferencia: enseñe, ayude (dentro de sus posibilidades) a algún vecino, pariente o amigo). Asegúrese de que sus acciones cotidianas tienen un sentido de trascendencia: trabajar honradamente, crear, enseñar, prestar su servicio como funcionario. Y ¿por qué no, algo más allá?
  6. Haga su buena acción del día. Para correlacionarlo con el punto anterior, puede hacer una buena acción diaria. Me recuerda cuando era Guía Scout que debíamos hacer, al menos, una buena labor al día, y podía ser desde ayudar a pasar la calle a un anciano, hasta eventos más comprometidos. Aquí lo invito a donar sangre, donar las cosas que pueda a una organización que los necesite, involucrarse con actividades sociales de su comunidad o iglesia. Algunas veces, con escuchar unos minutos a alguien puede hacer el día de ambos maravilloso. Esa persona recibe atención
    y usted puede sentirse un ángel.

Recuerdo la historia de un niño que, en una playa llena de estrellas de mar, el arrojaba al mar laz que podía; alguien le preguntó: “¿Para qué haces eso, si no puedes salvarlas a todas?” A lo que el niño respondió: “No puedo salvarlas a todas, pero para esta –refiriéndose a la que tenía en la mano–  vale la pena el esfuerzo.”

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