Cambiar de vida haciendo lo que te gusta


Vengo de una generación donde se nos enseñaba, tanto en la escuela como en la casa, que lo mejor que te pasaría en tu vida profesional sería ser contratado por una gran corporación.  Esa era la guinda del helado.

Hice todo lo que se había pautado para la época: estudiar en la universidad y buscar quedar bien con tus superiores, haciendo un buen trabajo. Sin embargo, este estilo de vida no estaba a gusto con mi vida. Siempre encontraba algo que no me llenaba: mi jefe, el tipo de trabajo, el sueldo… Un día, mi hermana me reclamó: “Has trabajado en donde has querido, incluso has trabajado en importantes empresas, ¿qué es lo que quieres entonces?”  Ese llamado de atención hizo que me analizara, aunado al hecho de que mi formación en ese momento me estaba empujando a evaluar mis competencias personales. Me di cuenta de que estaba fuera de las estadísticas y que soy una persona atípica (por lo menos, al común denominador de quienes me rodeaban en esa época).

Esta historia seguramente se parecerá a la de alguno  de ustedes. Y seguramente, también habrán sentido esa sensación de insatisfacción, ese no sé qué, que les dice en su interior que necesitan algo totalmente nuevo y diferente. Antes de escribir esta nota, había conversado con uno de mis alumnos emprendedores donde me comentaba que necesita su trabajo, pero quiere otra cosa. ¿Qué hacer entonces para sentirse feliz?

Lo primero que te voy a pedir, amigo lector, es que revises lo que sabes hacer. Dios nos ha regalado tantos dones y algunas veces ni siquiera sabemos en lo que somos buenos y cuán buenos somos. Seguidamente, que revises lo que te gusta hacer. En este punto, no me refiero a jugar con tu mascota de la casa o darle besos a los propios hijos; me refiero a revisar si te gusta jugar con todo tipo de mascotas o besar y abrazar a cualquier niño, de manera que puedas identificar áreas en las que puedas pasar tu tiempo haciendo lo que te gusta y que puedas hacer de ello un estilo de vida, e incluso una actividad profesional y lucrativa. Pregúntate también qué no estás dispuesto a hacer, de manera que puedas tener claro a lo que de antemano van a declinar. Acompaña este análisis con lo que observas a tu alrededor. Imagina qué podrías hacer para cambiar a tu entorno inmediato para mejorarlo o qué necesidades pudieses cubrir en tu comunidad, con lo que sabes hacer y que te gusta hacer. Ya con este pequeño análisis, tienes un buen camino recorrido.

Quiero que pienses también si tienes una idea que puede ser atractiva, o si alguien te ha propuesto alguna vez hacer algo que puede gustar. En estos días, mis alumnos emprendedores y yo conversábamos acerca de las ideas más locas y cómo pueden ser las más exitosas, justamente por ser únicas. Si evaluamos esa idea que te da vueltas en la cabeza, por más innovadora que sea, y crees que puede servir a la sociedad o una porción de ella, puede generarse un buen emprendimiento, ya sea social o de negocios. Puedes comentar con un grupo numeroso de tus amigos y familiares sobre una empresa que se encargara de llevar a cabo tu idea; seguramente, te comentarán si les parece razonable o no. Incluso, en estas entrevistas, seguramente te podrás encontrar con gente que les parezca tan buena la idea que empiecen a pensar en una empresa como la que comentas. Entonces, hemos superado el segundo escalón.

Ahora, seguro estarás pensando que no tienes dinero para emprender. No te preocupes, lo que necesitas es diseñar tu modelo de negocios, validarlo y hacer un plan de negocios para presentarlo a futuros inversionistas. Estas herramientas te van a permitir hacer el mapa de la gestación de tu empresa. Lo que tienes que tomar en consideración a la hora de hacer el plan:
  1.       Vas a enamorar a posibles socios o inversionistas con este documento, así que escríbelo de manera que llame a la lectura. Plantea cómo será la cara y la reacción del lector cuando lo lea, y al escribirlo, busca que esa sea la reacción.
  2.         Tienes que ser sincero a la hora de analizar tu situación actual. Adicionalmente, mientras más exhaustivo seas, más consciente te harás de los pasos que tienes que dar.
  3.         Evita poner en el plan “voy a hacer un plan…”, porque este es el plan. Es aquí donde vas a dejar por escrito lo que se va a hacer y cómo se va a hacer, con los recursos que tienes. Esta es la descripción de cómo la idea se convierte en empresa paso a paso.
  4.       Cuando tienes tu plan de negocio, ya puedes  presentar la idea a inversionistas ángeles o emprendedores que te van a acompañar en tu negocio. Si ya tienes pensado quiénes son los socios, ¡hagan el plan juntos!

Ya tienes el plan, y ahora, ¿qué? Hacer los pasos tal cual. Usualmente, inicias con la presentación de tu propuesta para buscar financiamiento, si no puedes arrancar sin él. Ahí utilizas tus redes y tus contactos para darte a conocer. Si tu emprendimiento lo permite, inicias tus operaciones artesanalmente, trabajando desde casa y vendiendo tu producto o servicio a las personas más allegadas, así vas generando beneficios que vas a invertir en tu negocio. Este es el punto de la validación, que mencioné anteriormente, y te permite ver en la práctica si la idea es viable y rentable.


Mis recomendaciones adicionales:  Si necesitas ayuda, pídela. Reúnete con gente que te inspire y aléjate de la gente que te detiene. Busca a la gente que sabe de tu negocio y de las áreas de tu negocio. No dejes nada al azar. Aprende de los errores y no les tengas miedo, para ello, puedes controlar los daños de equivocarte. Aprende estudiando e investigando. Confía en tu instinto y, sobre todo, confía en Dios.

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